Jesús Abad: Testimonio Visual en el Conflicto Armado Colombiano

 




Jesús Abad Colorado es un reconocido periodista y escritor colombiano, nacido en Medellín en 1958. Se graduó de la Universidad de Antioquia, donde estudió comunicación social. Ha sido uno de los periodistas que más ha retratado el conflicto armado colombiano en una serie de exposiciones. Una de las más recientes es “El Testigo: Memorias del Conflicto Armado Colombiano 1992-2020”.

     Actualmente, esta exhibición se encuentra ubicada en el Claustro de San Agustín, donde se expone la realidad del conflicto armado a la sociedad en general. También muestra cómo la población civil se ha visto afectada por la guerra a través de una colección de 500 fotografías tomadas por él mismo. Estas fotografías se exhiben en cuatro salas que abordan distintos temas del conflicto.

     La primera sala se llama “Tierra Callada” y está compuesta por fotografías que relatan el desplazamiento. La segunda sala, “No Hay Tinieblas que la Luz no Venza”, muestra a las víctimas de desaparición forzada. La tercera sala, llamada “Y Aun Así Me Levantaré”, muestra de manera explícita la violencia sufrida por la población civil. Finalmente, en la cuarta sala llamada “Pongo Mis Manos en las Tuyas”, se encuentran ciudadanos manifestándose con el objetivo de lograr desmovilizaciones, procesos de recuperación del tejido social y exigir por una paz total.

     El conflicto armado colombiano ha sido retratado desde diferentes puntos de vista, como los noticieros nacionales o extranjeros. Sin embargo, en esta exposición, podemos conocer de cerca la realidad del conflicto armado. Jesús Abad Colorado, en su esfuerzo por llevar estas historias desde los rincones más remotos del territorio nacional, fue testigo de primera mano de la violencia que ejercen y ejercieron los grupos armados sobre pueblos y caseríos. Municipios como Mompox, Ciénaga, Mariquita. Almaguer, Concepción, entre otros, han visto afectado su patrimonio natural e histórico debido a la contaminación con cianuro, petróleo, tala de árboles, bombardeos y hostigamientos.

     Una parte del Estado, políticos, militares y paramilitares han sido acusados de aliarse y generar gran parte del conflicto armado, a través de masacres y desplazamiento forzado de la población civil. Un claro ejemplo de esto fue el caso del exmilitar Rito Alejo del Río, quien intentó ser senador, pero no lo logró, ya que fue acusado de estar aliado con los paramilitares y de cometer masacres que iban en contra de sus “supuestos” ideales, como el derecho a la vida y la protección de la familia. Sin embargo, dichos ideales iban en contra de su actuar, ya que como se mencionó anterior mente, fue parte de promover múltiples desplazamientos y masacres afectando así el derecho a la vida y a la familia. Esto demuestra la falta de confianza del pueblo en los políticos, quienes deberían ser garantes y protectores del bienestar del pueblo, pero no están cumpliendo con su deber.

      Jesús Abad dedicó su tiempo y su seguridad para llevar a cabo el proyecto de generar conciencia y dar a conocer a los colombianos que el conflicto armado es una realidad mucho más cercana de lo que imaginamos. De esta manera, busca evitar la reemergencia de la violencia. Su objetivo es que tanto la población civil como los actores del conflicto analicen y contemplen todos los puntos de vista de esta guerra. De una forma u otra, busca que la paz y la reconciliación sean más personales para cada colombiano a través de su exposición. Jesús Abad nos muestra el horror de la guerra desde el punto de vista de las víctimas, siendo la voz de aquellos a quienes el Estado ha intentado silenciar. Esto sucede porque, generalmente, el conflicto se muestra desde la perspectiva política y militar.

     Una de las consecuencias más evidentes es el desplazamiento del campesinado hacia las grandes ciudades, lo que genera una alta densidad demográfica en las periferias y contribuye al aumento de los barrios de invasión. Esto provoca que muchos de ellos tengan que recurrir a la mendicidad debido a la falta de protección por parte del Estado, por ejemplo, la población infantil, quienes han sido una de las partes más afectadas durante este conflicto, ya que, dependiendo del tipo de violencia que sufran, pueden o no convertirse en parte del conflicto. En algunos casos, sus familiares han sido asesinados, dejando a estos niños en estado de abandono y vulnerabilidad, lo cual puede llevarlos a unirse a grupos armados legales o ilegales en busca de venganza.

     Esta exposición genera en el público una serie de emociones que nos llevan a reflexionar sobre nuestro papel en la sociedad frente al conflicto armado y sus víctimas. En nuestro caso, nos impactó conocer las verdades que pocos conocen sobre un conflicto que en muchos casos sentimos distante, ya que muchos de nosotros solo tenemos como fuente de información los noticieros que muestran información superficial sobre lo que sucede fuera de las grandes ciudades. Pudimos sentir más de cerca la realidad, ponernos un poco en sus zapatos y conocer cómo las víctimas afrontaron situaciones tan difíciles. Las imágenes representan una estética de la belleza como vulneración, ya que observamos la resiliencia, es decir, la capacidad que tuvieron estas personas para afrontar estas adversidades y seguir adelante. Cada una de estas fotografías saca y produce desde nuestro interior un sentimiento de vulnerabilidad y empatía por nuestros conciudadanos. Cada cicatriz, tanto física como emocional, nos cuenta sobre sus experiencias vividas. Por ejemplo, la foto del campesino desplazado de Capaca tras la matanza de los AUC, donde las heridas en sus pies nos muestran su historia al tener que recorrer grandes distancias debido al desplazamiento forzado. Podemos aprender de ellos al no rendirnos ante situaciones adversas.

 


 

     La relevancia de construir memoria histórica se puede resumir en una breve conversación entre el fotógrafo y un hombre que camina descalzo, a quien Jesús Abad le pide fotografiar sus pies. El campesino, sorprendido, pregunta “¿Por qué?” A lo que Jesús responde: “Ellos también tienen historia”. Esto nos muestra que la fotografía puede ser una herramienta poderosa para construir la memoria histórica, al enseñarnos la resiliencia y la resignificación de un campesinado afectado por el conflicto.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         


 

     Una niña y un soldado, ambos anonadados, contemplan una de las innumerables masacres donde ambos son víctimas directas o indirectas de una violencia irracional. El soldado, que ha presenciado las atrocidades de la guerra en su vida, queda estupefacto ante la pérdida de la familia de la niña. Ella, tal vez sin comprender totalmente lo que ha sucedido, ha perdido su inocencia, lo que nos hace sentir una serie de emociones y nos lleva a reflexionar sobre nuestro comportamiento en la resignificación del pasado.

     Uno de los aspectos negativos de la exposición es, en primer lugar, su acceso limitado debido a su ubicación, ya que se encuentra en la parte posterior de la Casa de Nariño, y los puestos de control de la policía y ejército dificultan el acceso para la comunidad en general. En segundo lugar, la exposición tiene poca promoción, y muy pocas personas conocen o han oído hablar del trabajo de Jesús Abad, lo que lleva al olvido un tema de crucial importancia para nuestra sociedad en una época en la que se busca la paz total. Sin embargo, la exposición tiene algo muy peculiar, que es la muestra sin tapujos de la cruel realidad a la que se enfrenta la población civil. Nos muestra diferentes perspectivas del conflicto, como la de los niños, adultos mayores, hombres, mujeres, paramilitares, guerrillas y ejercito, que han contemplado y vivido los horrores de una guerra interminable. Utilizando imágenes, relatos y vivencias de estas personas, podemos informarnos sobre los participantes y víctimas de la violencia ejercida en los territorios más cercanos y alejados de las grandes ciudades. La resignificación social es importante en esta exposición, ya que nos permite la conmemorar y el recordar la historia de la violencia que ha envuelto a nuestro país.

     En conclusión, esta exposición de Jesús Abad Colorado nos acerca a la realidad del conflicto armado colombiano, que aún deja víctimas en los diferentes bandos, ya que no solo se ve afectada la población civil, sino también las fuerzas militares junto con sus familias. Podemos observar de manera impactante la realidad que han vivido y siguen viviendo las víctimas del conflicto, ya que su resiliencia nos enseña que después del dolor y la guerra hay esperanza de una vida mejor. Otro factor preocupante es cómo las guerrillas y la fuerza pública, en busca de una “victoria”, han utilizado y deteriorado lugares que son patrimonio natural. Jesús Abad Colorado nos invita a reflexionar y crear conciencia sobre nuestro papel en la sociedad frente al conflicto armado colombiano.

Referencias bibliográficas:

UTADEO. El testigo de Jesús Abad Colorado: una exposición para la memoria. Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano. Recuperado de https://www.utadeo.edu.co/es/articulo/crossmedialab/277626/el-testigo-de-jesus-abad-colorado-una-exposicion-para-la-memoria

OPCA Uniandes. El conflicto del patrimonio y/o el patrimonio en el conflicto. Observatorio para la Paz de la Universidad de los Andes. Recuperado de https://opca.uniandes.edu.co/el-conflicto-del-patrimonio-y-o-el-patrimonio-en-el-conflicto/

Imagen I. Jesús, C. (1999) El testigo: Campesino desplazado de Capaca tras matanza de los AUC. En el Claustro de San Agustín.

Imagen II. Jesús, C. (1999) El testigo: Primera sala. En el Claustro de San Agustín.

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