Desenmascarando la indiferencia tradicional sobre la violencia en la sociedad colombiana



Ilustración 1 Colorado, J. A. (2004). Desmovilización Bloque Catatumbo de las AUC. Tibú, Norte de Santander.

En ella se representan tres factores principales que Jesús Abad Colorado aborda a lo largo de su exposición fotográfica: la violencia (balas y camuflado), la búsqueda de la paz y descanso de tanto conflicto (en su rostro por el cansancio), y las gotas de agua que representan la vida.

Jesús Abad Colorado, fotógrafo y periodista colombiano, nos presenta en el Claustro de San Agustín de la Universidad Nacional de Colombia “El Testigo”, una exposición fotográfica sobre el conflicto armado de nuestro país, el cual retrata a través de su lente desde el año 1992 al 2018. Allí, Colorado muestra una serie de realidades sobre la memoria que ha dejado este enfrentamiento entre diferentes agentes como los paramilitares, las FARC, o el mismo Ejército Nacional y la Policía Nacional; realidades en donde se han perdido familiares, amigos, hijos y esposos. La exhibición nos hace reflexionar que, finalmente, quienes se han visto atravesados por este doloroso contexto son los campesinos, ancianos, mujeres, hombres y niños que nunca quisieron involucrarse en una situación como esta. Cada una de las salas de esta exhibición nos muestra la resiliencia del pueblo colombiano, la búsqueda de la reconciliación, y el deseo de sanar las heridas del pasado. Es por estos motivos que se realizará la presente reseña, en la que se analizará, mediante una sincera reflexión, las maneras como muchas veces la sociedad colombiana ha sido indiferente o se “hace de la vista gorda” para no reconocer estos hechos violentos que dejaron marcas en nuestro país, y que día a día siguen pasando. Vale la pena aclar que, la intención no es tomar partido, sino comunicar y hacer un recuento de lo visto, lo sentido y lo vivido en esta exposición que dejó huella tanto en nuestras mentes como en nuestros corazones.

En la visita y en cada una de las salas, aparte del cuadro de la violencia y de la vulnerabilidad a las que están sometidas las personas a una guerra de guerrillas o de los mismos paramilitares en contra del ejército, también se abordan temas como los abusos sexuales a mujeres Wayuu y lo que esto significaba tanto a nivel personal para cada mujer, como a nivel espiritual. Así como lo que esto acarreaba para la estabilidad de las comunidades por ser las mujeres líderes de estas mismas. Añadiendo a ello, otros cuadros bastante impactantes como el desplazamiento forzado de miles de familias, y así mismo las desapariciones forzadas de las cuales muchos integrantes de estas mismas fueron víctimas. Los secuestros y asesinatos de líderes sociales y periodistas que se retratan a través de las fotografías del fotoperiodista colombiano son otros de los hechos que la violencia dejó como marcas que jamás se olvidarán de la historia colombiana, bien es el caso del ya reconocido periodista Jaime Garzón, asesinado por paramilitares y agentes del Estado, y por el lado de los líderes sociales el caso de Kimy Pernía, quien en 2001 fue desaparecido y asesinado por los paramilitares y arrojado al río Sinú.

Por otra parte, en las diferentes salas también se puede ver cómo las personas son bastante vulnerables cuando se presenta el conflicto armado, y es que tan solo con su sentir expresado a través de la cruda fotografía a blanco y negro, afligen al espectador como si estuviera allí con ellos, conmoviéndose incluso hasta las lágrimas por ese dolor e impotencia, al no poder cambiar un trasfondo que va mucho más allá de lo que imaginamos. En este contexto se observan distintas realidades, siendo un ejemplo de ello los dibujos realizados por niños sobre los temores que tienen al encontrarse en una zona de fuego cruzado entre paramilitares y guerrillas, en lugar de dibujar un entorno feliz y seguro como debería ser. E incluso, se encuentra una de las imágenes más fuertes (aunque en realidad cuál de las fotografías presentes en esta exposición no lo es) de jóvenes y niños jugando con pistolas en la urbe, o ya de por sí enlistados con la guerrilla y sonrientes a una cámara que capta de alguna manera la inocencia que hay dentro de ellos. Y es que aquella inocencia está cubierta por un velo representado en esas botas, fusiles, balas y camuflados que enrudecen y pretenden hacer adulto a alguien quien apenas es un niño. Aquí se presenta la vulnerabilidad seguida de la violencia en una sola expresión. Sin embargo, también es importante mencionar que no todo pese a la violencia terminó en tragedia y rencor. Anteriormente, se había señalado que algo característico de la sociedad colombiana y más en el marco del conflicto armado, era la resiliencia. Donde el pueblo, quien es el que sufre las consecuencias directas de este mismo logra sobreponerse a situaciones muy complejas, saliendo adelante de alguna manera. Es por lo anterior que, a lo largo de la exposición encontramos fotografías como:

1. Marcha del ladrillo para reconstruir el pueblo. Granada, Antioquia, 2001.

2. Entrega de armas y desmovilización del Frente Francisco Garnica de la guerrilla del EPL en Cañaveral, Norte de Bolívar, 1994.

3. El cultivar nuevamente en territorios que habían sido azotados por la violencia. Como el cultivo de café y chagra en Nariño, 2018.

Se retrata que, pese a la cruda realidad del conflicto armado y sus consecuencias, los campesinos, indígenas, negros, citadinos y en general toda la diversidad colombiana, renace de aquellas cenizas para la construcción de paz, reconciliación y la solidaridad con el otro buscando un acuerdo entre sí, buscando aquel equilibrio que les permita vivir tranquilamente.


Ilustración 2  Colorado, J. A. (2008). Granada, Antioquia.

En esta imagen se representa la memoria que tienen los familiares sobre las víctimas del conflicto armado. Allí perecieron sus hijos, nietos, hermanos, esposos, entre muchos otros más. Y así mismo, se representa la vida y la esperanza por el recuerdo y homenaje que le hacen a estos mismos a partir de la vela y su luz, como analogía a la permanencia de la vida incluso ya fallecido o desaparecido su familiar.

La memoria, por otra parte, se mantiene como concepto general que, junto a la violencia y reconciliación, hace parte de esta exposición. Aquí, el periodista muestra al espectador a través de sus fotografías que las historias de las víctimas del conflicto armado se mantienen vivas en cada familia, y en general en aquellos quienes han vivido directamente la violencia en nuestro país, porque nunca se olvidarán esas voces y vidas que se vieron atravesadas por el conflicto armado. Es por esto que, mediante el trabajo de líderes sociales y periodistas que ponen su vida en riesgo como Jesús Abad Colorado, este no cesa en hacer llegar a todos los colombianos un pedazo de lo que el conflicto armado provoca a través de esta exposición, lo cual es de suma importancia para comprender la necesidad de mantener viva la memoria de aquellas víctimas que se han visto atravesadas por este contexto, teniendo como objetivo el reconocer esta realidad para que esta no se repita en futuras generaciones. Relacionándose lo anterior al concepto de patrimonio, que se entiende como aquel bien material o inmaterial que es heredado de una generación a otra. Es aquí, en donde el concepto de memoria se articula con el de patrimonio, ya que, al  rescatar, salvaguardar y resignificar aquellas personas asesinadas, desaparecidas o secuestradas, representa la construcción social propia de este mismo. Por lo cual es clave mantenerlo vivo y más aún cuando se trata de un bien inmaterial como la memoria de un desaparecido y su legado. Un ejemplo claro de ello puede ser la fotografía de Jesús Abad sobre la Hacienda Lago Grande, en donde Francisco Toro, un hombre ya anciano, está frente al lugar donde secuestraron y asesinaron a su hija, en Sopetrán, Antioquia, 2008. Así, la memoria y el patrimonio inmaterial van ligados, ya que el papá no quiere que su hija sea olvidada, por ello a través del deseo de mantener viva su memoria acude a este mismo. De esta manera, se genera la fuerza y la integridad de cada ser para poder entender lo que ha pasado y lo que está por venir para ser mejores personas en sociedad, y así heredar a las generaciones futuras las historias y marcas que deja la violencia en el territorio colombiano, pero que también esto puede cambiar en el futuro gracias a la conciencia sobre la memoria colectiva. 

Ilustración 3 - Colorado, J. A. (2008). Hacienda Lago Grande, propiedad de César Pérez García, excongresista condenado por la masacre de Segovia. Sopetrán, Antioquia.

Francisco Toro a sus noventa años visitando la Haciendo Lago Grande, lugar donde secuestraron y asesinaron a su hija. Demostrando con ello el deseo de mantener viva su memoria.






Otro ejemplo puede ser que, pese a no tener los fondos suficientes para pagar una lápida, los familiares de aquellas personas que fueron víctimas y perecieron debido al conflicto armado, quieren dejar viva su memoria así sea con solamente las marcas en cemento. Lo que hace reflexionar al espectador sobre la ironía de un momento de tristeza, dolor y de lo estremecedor del contexto, cubierto por una dura y cruda envoltura, ocultándose bajo ella una belleza distinta a la que se está acostumbrado. Una belleza que se basa en el conmoverse por lo que para muchas personas sería algo desagradable, pero que en esta ocasión nos muestra las diferentes maneras del resistir en la sociedad colombiana; por otra parte, un tercer ejemplo pueden ser las tumbas “NN” en las cuales la Fiscalía solamente les pone un código a aquellos cuerpos que, con el pretexto de si en algún momento un familiar del cuerpo “aparece”, ahí sí se darán a la tarea de investigar. Lo cual no es más, según el periodista colombiano, que seguir desapareciendo a los ya desaparecidos. Sin embargo, ya sea en el contexto del campo o en la ciudad, hay un punto que siempre los une y es aquella esperanza que los familiares de las víctimas del conflicto no pierden por encontrarlos aun así sea sin vida. Así, se podría decir que en cada ciudadano colombiano está la importante labor de mantener viva esa llama, esa luz de la responsabilidad en generar conciencia a la sociedad sobre la importancia que tiene el patrimonio material o inmaterial del país en la historia de este mismo. Esto, a través de la preservación de la memoria, la cual enmarca las duras realidades que ha atravesado el pueblo colombiano. Una memoria que jamás debería ser olvidada, o peor aún, ignorada. 

Es por lo anterior que, haciendo un recuento desde el punto de vista académico, se puede evidenciar un concepto bastante importante, y es el del filósofo Roland Barthes con el punctum y studium. El studium, que sería lo agradable a la vista, y el punctum lo doloroso, lo que estremece a quien está observando algo. En este caso, se hará más énfasis en el punctum, que es de donde se captura más la esencia la cual el fotoperiodista quiere transmitir. Al observar las fotografías de los desplazamientos y violencia que sufrieron tanto comunidades indígenas como campesinos y citadinos debido a los enfrentamientos entre las FARC, el ELN, el Ejército y la Policía, entre otros, es en donde el concepto de lo bello a partir del estremecimiento por el dolor o lo no tan agradable a la vista, hace que aquel elemento capture la atención del espectador y se concentre totalmente en ello. Adicional, hablando sobre la belleza y la ironía de que pese al dolor y sufrimiento en la guerra también está presente este concepto, se puede apreciar desde la perspectiva de autores como Byung - Chul Hang. El cual habla de la belleza como algo que se encuentra bajo un encubrimiento, con una especie de misticismo que le llama la atención al espectador. En este caso, como ya se realizaron dos ejemplos anteriormente, se aterriza esa definición en cuanto a dos contextos: el primero cuando pese a encontrarse en condiciones deplorables, las personas quieren reconstruir su pueblo, sus casas, volver a aquellos territorios de donde fueron desplazados y comenzar de nuevo. Allí se enmarca la belleza de la resiliencia cubierta por el velo de la desgracia. Y el segundo contexto relacionado a la inocencia de los niños que, pese al conflicto, pueden estar jugando con sus muñecas (en una de las fotografías de Colorado se representa ello), llevándose cerdos y gallinas para desplazarse de un lugar a otro, o inclusive con sus camuflados (niño perteneciente a la guerrilla) siempre mostrando una sonrisa, la cual como curiosa belleza permanece oculta bajo el velo de un contexto tan pesado como el abordado en la presente reseña.

Ilustración 4 Colorado, J. A. (2002). Río Atrato, Bojayá, Chocó. 

Esta fotografía se interpreta desde la óptica de la búsqueda de la paz por la sábana blanca que ondeaba el bote, al pasar los hombres por una zona donde creían que podían estar en fuego cruzado las guerrillas y otros agentes del conflicto.

Por último, a manera de conclusión, y junto con ello el poner sobre la mesa nuestra opinión con respecto a la visita al Claustro y a la exposición del fotoperiodista Jesús Abad Colorado, podríamos decir que nos gustó bastante cómo Colorado aborda un tema tan complejo como lo es la violencia en nuestro país, un contexto que ha estado permeando a la sociedad colombiana no solo desde el siglo XX sino desde mucho antes. Pero que del cual cabe reconocer que día a día ya se está empezando a realizar una conciencia social más profunda, la cual está permitiendo que, a nivel general, todos los colombianos realmente tomemos en serio estos temas, y que no los ignoremos o seamos indiferentes, como generalmente pasa. Por tal motivo es que podríamos resumir la visita al Claustro en dos hechos: el primero corresponde a que en la memoria perdurará todo aquello que ha pasado, lo que se vive, lo que no se quiso vivir, y cómo tomamos ello para, pese al sufrimiento, reconstruirnos. Por otra parte, el segundo va muy ligado a lo anterior, y es que, para que no se siga repitiendo la historia por más generaciones debemos concentrarnos en que el llegar a la paz es un trabajo colectivo, no solo se soluciona con la firma de un papel y entrevistas por televisión. Agregando finalmente que, es en esta exposición donde mejor se evidencia un viaje por la conciencia social sobre la violencia que se ha vivido debido al conflicto armado en diferentes regiones de nuestro territorio: Antioquia, Chocó, Nariño, entre otros. Remitiéndonos así, con la imagen más importante que nos llevamos de la visita a la exposición, y es la conciencia personal y social. Construir ese pedazo de historia hacia el futuro que le hace falta al árbol de papel con el que nos encontramos en la primera sala y que nos pareció maravilloso, ya que desde sus raíces contiene la historia de nuestro país, pero que está en nosotros seguirla construyendo.


Elaborado por: Angely Onofre y Simón Acosta


Referencias:
  • Licuime, L. A. (2018). Patrimonio cultural y memoria. El Giro Social de la Memoria. https://www.redalyc.org/journal/459/45959602003/html/
  • Hang, B.-C. (2015). La salvación de lo bello. Herder Editorial.



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