Fotografías Sublimes: conflicto colombiano, memoria y patrimonio


Sara Isabel Rodríguez Reina y Nicolle Michaels González   

La libertad, siempre la llevarás dentro del corazón, te pueden corromper, te puedes olvidar, pero ella siempre está” 

Charly García, Inconsciente Colectivo (1982). 

    En el Claustro de San Agustín, visitamos la exposición El Testigo: las Memorias del Conflicto Armado (2018). Allí conocimos el trabajo del fotógrafo colombiano Jesús Abad Colorado, quien es reconocido por su foto reportajes sobre de la violencia en Colombia. El recorrido se divide en muestras fotografías por salas, que van relatando una historia desgarradora sobre la realidad de nuestro país y cuyo objetivo principal es representar de forma gráfica, en un sentido crítico, conceptos tales como: encubrimientos, masacres, asesinatos, fosas comunes, entre otros. A pesar de que el país se ha visto profundamente afectado por dichas situaciones, se hace espacio para la memoria, que demuestra la resiliencia de aquellas víctimas cuyos corazones quedaron abatidos por la crueldad del conflicto. 

    Los lugares recónditos en el territorio son los escenarios más relevantes para esta cruenta historia. La fragmentación del país y a la poca presencia del Estado en los Departamentos por lo que se han vuelto puntos vulnerables para el conflicto armado. Los protagonistas de estos hechos, ante la incertidumbre de saber de sus familiares desaparecidos narran las experiencias vividas, tratan de reconstruir los hechos incluso recurren al recuerdo, borroso, casi imperceptible así contándonos su historia. También se aferran a sueños, donde ven a sus familiares, quienes les dan una pista del lugar en el que se encuentran, para que puedan ser encontrados. 

    Ante dichos acontecimientos, la población se vio obligada a huir de sus tierras originarias. La incesante violencia dio pie para que miles de colombianos se movilizaran dentro del territorio nacional para buscar refugio. La migración se dio principalmente hacia grandes ciudades, todo esto, para poder protegerse de las balas provenientes de grupos al margen de la ley. Los civiles llevaron consigo lo que pudieran cargar a sus espaldas, ya fueran neveras, cerdos, o una preciada pollita. Para explicar de mejor manera la violencia en Colombia, se debe recurrir a conceptos anteriormente mencionados, para poder relacionarlos entre sí y entender más de cerca al conflicto. 

    “La verdad que se le quiere contar al país es siempre la de los vencedores, no la de los perdedores, población vulnerada en toda su dignidad humana” (Jesús Abad Colorado, RTVC, 2021). Se puede definir en Colombia como masacre, a la vulneración de los derechos fundamentales de personas indefensas por parte de agresores armados, eufemísticamente llamados homicidios colectivos evitando la molestia que genera la palabra original; encubrimientos como “falsos positivos”(otro eufemismo), entendiéndose como muertes presentadas ilegítimamente por el Estado, que según la Comisión de la Verdad, 450.664 personas perdieron la vida a causa del conflicto bélico colombiano, dentro de estos 267 líderes sociales, (Silva, 2020); por último pero no menos importante, las fosas comunes,  lotes clandestinos donde ilegalmente se entierran uno o varios cadáveres con el fin de encubrir la identidad de los mismos e impedir la acción de la justicia. 

    Durante el recorrido, nos encontramos con una línea de tiempo que se divide en cuatro salas: Tierra callada; No hay tinieblas que la luz no venza; Y aun así me levantaré; Pongo mis manos en las tuyas; donde se data el proceso de documentación fotográfica del conflicto y se incluyen momentos claves como: la destrucción, el desplazamiento forzoso, y la desaparición. En últimas salas, se muestra el avance que realizan las personas afectadas (actores del conflicto y víctimas), para comenzar el proceso de reconciliación que pasaría a llamarse “paz”. La importancia de la memoria radica en los valores que permiten construir una nueva realidad junto a la apreciación de las cosas, lo que es fundamental para la comprensión de esta exposición. En un principio, nos encontrábamos subiendo las escaleras y frente a nosotros se revela una imagen de piso a techo mostrándonos a la esposa de un líder Emberá; lleva una foto de él (fallecido), dándonos un abrebocas de lo que viene en la exposición. 

    Continuando en el segundo piso del Claustro, las dos salas principales están divididas por una instalación con forma de árbol fabricado en papel periódico reciclado, siendo así:  en la primera sala se encuentran distribuidas fotos a blanco y negro que muestran la violencia por parte de los grupos armados, ejerciendo poder a través del miedo y acciones que van en contra de la integridad de los seres humanos para mantener el dominio sobre un territorio. En la segunda sala continuando, con el lente de su cámara capta los sentimientos y los transmite contándonos desde su experiencia las calamidades de las poblaciones donde ocurrían situaciones de conflicto, anécdotas y momentos impactantes e importantes para él.  

       En la tercera sala se evidencia un salto desde los hechos a las repercusiones, y se ven una mezcla de imágenes a B/N por toda la sala de las víctimas, los agresores y militares, cómo cada comunidad con sus tradiciones se despedía y dejaban ir a sus seres queridos; encontramos repartidas fotos a color siendo este el indicador del paso del tiempo, ya que mientras nos acercábamos a la última sala iba aumentado su cantidad. Por último, la cuarta sala donde se puede evidenciar un cambio notorio, las fotografías cambiaron de B/N a color, connotación importante (ya que se exponen las imágenes tomadas después del Acuerdo de Paz en 2016), lo que fue un impacto positivo y por ello se retratan escenarios distintos, más optimistas.  

    Sin necesidad de empezar con un orden especifico, el mensaje que transmitía Jesús Abad Colorado era claro, se podía contemplar desde cualquier punto de la sala. Se resalta en particular el estado de respeto y silencio total que mantenían las personas presentes, que generaba un ambiente ideal para la reflexión. En base a lo anterior, y el texto “La memoria, derechos humanos y patrimonio” se relacionarán brevemente los niveles del proceso de memoralización para el caso de los sitios de memoria. Siendo que el primer nivel (Marcas Represivas), engloba todos aquellos lugares secretos de detención, tortura, sometimiento, lugares de detención de carácter público y los “Campos de Concentración”, reflejados en la sala 1 y 2 de la exposición (fotos de edificaciones abandonadas que se volvían espacios de tortura y encierro). 

    El segundo nivel (Acciones de Ocultamiento) que une las acciones como la demolición o destrucción de los espacios habitables, ocultamiento, simulación o el disfrazar los hechos, aislamiento, entre otros, los que están reflejados en la segunda sala. El tercer nivel nos habla de las acciones que se realizan con fin de mantener la memoria colectiva con fines sociales y educativos, teniendo en cuenta los siguientes factores: recuperar el espacio, los sitios de conflicto en lugares de paz; homenaje a las víctimas; recuperar de la destrucción los sitios de conflicto; salvaguardar (guardar y proteger) las evidencias que quedaron; finalmente resignificar, tomar estos territorios y generar proyectos creativos y de inclusión con la comunidad reflejado en su totalidad entre la sala 3 y 4. Y por último el cuarto nivel, recalca las 2 últimas acciones del nivel 3 manteniendo su finalidad educativa y centrándose en la comunicativa; incluye la reproducción refiriéndose al registro objetivo del pasado; el símbolo o representación de este suceso hacia el resto del país; la museificacion, proceso por el cual un bien material o inmaterial se vuelve testimonio del paso del ser humano, así englobando los conceptos mencionados da como resultado esta grandiosa exposición. 

    Cada fotografía presentada se tomó con una intención determinada. Cada una de ellas tiene un fin comunicativo sensible, que permite al espectador conmoverse por lo que está observando. El punctum que menciona Byung-Chul Han en La Salvación de lo Bello (2015), está presente en toda la exposición, puesto que las imágenes representan escenarios dolorosos y sublimes que tienen un trasfondo complejo que no es visible superficialmente. Estas aún guardan un sentimiento, una memoria colectiva. Es aquí donde el espectador hace una pausa y reflexiona, se estremece, su alma es atravesada por el dolor y la zozobra. En todas las salas impera el silencio, que resulta de la eliminación de toda opinión, gestos y valoraciones, dando lugar a la contemplación real, presentándose el punctum como herida, post esta experiencia sensible. 

    Seleccionamos seis fotos que consideramos relevantes de todas las salas. En la primera se observa un tipo de construcción abandonada, pero, en realidad fue un crematorio, donde fueron llevados cuerpos para ser incinerados y desaparecer la evidencia; en la segunda foto en B/N, se encuentra El Bloque Catatumbo de las AUC comandado por un excapitán del Ejército, Armando Pérez Betancur (se conocía como Camilo u Omega), mientras alzan las armas para la lucha; en la tercera, dos manos sostienen las fotografías de dos personas que fallecieron y su pérdida genera dolor, su pariente se aferra a ellas como único recuerdo. La cuarta, es una de las que más nos impactó, una pollita en los brazos de una niña, quién preguntó a un auxiliar de la Cruz Roja si podía llevársela, debido a que la estaban desplazando de su territorio junto a su familia; la quinta foto es de La Escombrera, Comuna 13, en Medellín, donde se aprecia una silueta oscura y un texto dice “Ellos son el sonido del silencio porque nadie los ha visto, M-E-V”, lo que puede significar que ciertas personas que son ignoradas por el Estado estatales representan aquellas voces de los no escuchados; por último, tenemos la fotografía a color de un cultivo de cacao, en la imagen hay un hombre, una mujer y una niña, la mujer perteneció a una guerrilla, pero cuando se firmó  “el Acuerdo de Paz” en 2016 , se desmovilizó y regresó a su tierra, donde comenzó a sembrar cacao para sacar adelante a su familia, eso es la paz. Allí reside la reivindicación y reparación digna de las víctimas del conflicto armado, y como lo menciona Byung-Chul Han en su libro, la verdad es reconciliación, la verdad es libertad.  

  

 

 

 

  

Referencias bibliográficas  

 

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